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De perros y gatos (con flauta, corbata o coleta)

Se trata de dos animales opuestos, pero que conectan en lo más profundo con la esencia del ser humano. Son, en mi opinión, dos facetas de nuestra propia naturaleza, y un regalo divino o un instrumento (como prefieras) para entender el concepto de felicidad, incluso para quienes no disfruten de su compañía.

Los perros llevan miles de años con el ser humano. No se trata sólo de que dos especies hayan compartido tiempo y espacio, sino que lo han hecho por sus increíbles similitudes. Para empezar, al igual que nosotros, estos descendientes de los lobos son animales gregarios altamente jerarquizados; y necesitan, para vivir en plenitud, el apoyo y la aceptación de su roll por parte del grupo. Ambas especies sentimos que la pertenencia a una colectividad y la aceptación de unas reglas repercute positivamente en su calidad de vida. Y, al igual que nosotros, tienen líderes, una masa más o menos heterogénea y tienen sus parias.

Nadie quiere ser un paria, por lo que, sólo nos queda o ser parte de la masa o ser líderes; y para ello somos capaces de ignorar lo más evidente, tratando de agradar y coincidir con la opinión del grupo al que pertenecemos. Y cuando la posición del grupo y la nuestra son irreconciliables, sin duda, desearíamos ser como gatos.

El líder analiza (…) las consecuencias y consideran que es la mejor opción para todos. Otras veces, el líder surge de sentimientos menos altruistas.

Sobre la posición de líder de la manada, esta surge en ocasiones porque muchos no se contentan con ser parte de la masa o porque tienen sus propias ideas y cree en ellas, ha analizado todas las circunstancias, realidades y consecuencias y consideran que es la mejor opción para todos. Otras veces, el líder surge de sentimientos menos altruistas. Aquí el jefe de los sanedrines y sus secuaces son capaces de cualquier cosa, (como aglutinar sentimientos colectivos o ideas irrealizables y contrarias al propósito,) sólo para beneficiarse de su posición de líder o por el puro hedonismo de sentirse líder.

Al gato le importa un pimiento que traerte la pelota, (…) no se pregunta por qué le has dado una patada, se apartará (…) para el perro es su droga

Probablemente los gatos lleven igual o más tiempo con nosotros (en teoría entre 3.000 y 7.000 años menos) que los cánidos; salvo que, me atrevo a decir, se trata de un animal más tolerado que buscado en sus inicios como animal doméstico, debido al gran servicio que prestaba al hombre, su belleza, y por la naturaleza independiente de este animal. Sea como fuere, no tardaríamos mucho en adoptarlos pues, utilidad aparte (roedores, control de plagas, etc,) reflejan uno de los mayores anhelos fugaces del ser humano: Sentirse libre e independiente de las circunstancias y liberarse de la servidumbre a su especie.

Al gato le importa un pimiento (una M como una catedral diría) traerte la pelota, no necesita tu aprobación sólo que le des agua y comida. No es un animal gregario y se relaciona exclusivamente para satisfacer sus necesidades egoístas: Para procrear, pelear por un territorio, si acaso jugar o entretenerse y poco más. Su felicidad y sus necesidades son independientes de cualquier grupo o colectivo. Si le pegas una patada al gato (no lo hagas, por favor,) no se va a preguntar ¿Qué he hecho yo para que me dé una patada? Simplemente se apartará cuando te vea. Todo lo contrario a los perros: Un perro necesita sentirse aceptado en la manada. Si le tiras un palo, el perro te lo trae para agradarte y es feliz interactuando y relacionándose con la manada.

Llegados a este punto, descritas (…) las similitudes entre estas dos especies con la nuestra, podemos explicar la mayoría de movimientos culturales, ideologías y grupos

Perros y gatos son fáciles de contentar. Anhelamos su felicidad. No da pura envidia, pero ambos comportamiento y formas de ser tan opuestas entrañan importantes consecuencias: El gato es difícil de domesticar, no necesita del ser humano para vivir plenamente, se adapta rápidamente a nuevas situaciones porque dependen de él aceptarlas y actuar en consecuencia. El perro es fácilmente adiestrable, se le puede enseñar casi cualquier cosa porque NECESITA, ES SU DROGA, contentar al dueño (o al líder de la manada) para vivir plenamente, y podría llegar a morir de pena si perdiera a su amo.

Y no se puede coincidir siempre con el líder (…) si lo haces, eres felizmente más tonto que un perro.

Llegados a este punto, descritas en parte, y casi por sí solas, las similitudes entre estas dos especies con la nuestra, podemos explicar la mayoría de los movimientos culturales, las ideologías y grupos que contravienen a cualquier lógica básica.

En nuestras sociedades, los líderes y pseudo-líderes son los que plantean y argumentan los posibles escenarios y los más favorables para el grupo. Es lo que siempre nos ha hecho evolucionar y mejorar. Y no se puede coincidir siempre con el líder, (él es también, a veces, esclavo de las ideas, circunstancias y sentimientos del grupo al que pertenece) y si lo haces, si coincides, eres felizmente más tonto que un perro.

(…) actuando como gatos somos peligrosos (…) porque un grupo sólo sobrevive con normas (…) podemos acabar excluidos, encarcelados, desterrados o linchados.

Cuando creemos que hemos fallado, que no hemos actuado como se esperaba de nosotros, estamos sintiendo como animal gregario, como una parte de la masa. Entonces, jamás seremos felices más que agachando la cabeza frente al líder, al que canta las consignas. Cuando nos aceptamos, cuando vemos que sí, que hemos podido actuar mal, pero nos la trae al pairo, estamos actuando como gatos. Llegados a esta situación somos peligrosos para el grupo, porque un grupo sólo sobrevive con normas;  Y un peligro para nosotros mismos, porque podemos acabar excluidos, encarcelados, desterrados o linchados.

Tenemos muchos ejemplos del peligro del gregarismo, de actuar como un perro. También de todo lo contrario. Y a partir de aquí, si os parece, las debatiremos.