De perros y gatos (con flauta, corbata o coleta)

Se trata de dos animales opuestos, pero que conectan en lo más profundo con la esencia del ser humano. Son, en mi opinión, dos facetas de nuestra propia naturaleza, y un regalo divino o un instrumento (como prefieras) para entender el concepto de felicidad, incluso para quienes no disfruten de su compañía.

Los perros llevan miles de años con el ser humano. No se trata sólo de que dos especies hayan compartido tiempo y espacio, sino que lo han hecho por sus increíbles similitudes. Para empezar, al igual que nosotros, estos descendientes de los lobos son animales gregarios altamente jerarquizados; y necesitan, para vivir en plenitud, el apoyo y la aceptación de su roll por parte del grupo. Ambas especies sentimos que la pertenencia a una colectividad y la aceptación de unas reglas repercute positivamente en su calidad de vida. Y, al igual que nosotros, tienen líderes, una masa más o menos heterogénea y tienen sus parias.

Nadie quiere ser un paria, por lo que, sólo nos queda o ser parte de la masa o ser líderes; y para ello somos capaces de ignorar lo más evidente, tratando de agradar y coincidir con la opinión del grupo al que pertenecemos. Y cuando la posición del grupo y la nuestra son irreconciliables, sin duda, desearíamos ser como gatos.

El líder analiza (…) las consecuencias y consideran que es la mejor opción para todos. Otras veces, el líder surge de sentimientos menos altruistas.

Sobre la posición de líder de la manada, esta surge en ocasiones porque muchos no se contentan con ser parte de la masa o porque tienen sus propias ideas y cree en ellas, ha analizado todas las circunstancias, realidades y consecuencias y consideran que es la mejor opción para todos. Otras veces, el líder surge de sentimientos menos altruistas. Aquí el jefe de los sanedrines y sus secuaces son capaces de cualquier cosa, (como aglutinar sentimientos colectivos o ideas irrealizables y contrarias al propósito,) sólo para beneficiarse de su posición de líder o por el puro hedonismo de sentirse líder.

Al gato le importa un pimiento que traerte la pelota, (…) no se pregunta por qué le has dado una patada, se apartará (…) para el perro es su droga

Probablemente los gatos lleven igual o más tiempo con nosotros (en teoría entre 3.000 y 7.000 años menos) que los cánidos; salvo que, me atrevo a decir, se trata de un animal más tolerado que buscado en sus inicios como animal doméstico, debido al gran servicio que prestaba al hombre, su belleza, y por la naturaleza independiente de este animal. Sea como fuere, no tardaríamos mucho en adoptarlos pues, utilidad aparte (roedores, control de plagas, etc,) reflejan uno de los mayores anhelos fugaces del ser humano: Sentirse libre e independiente de las circunstancias y liberarse de la servidumbre a su especie.

Al gato le importa un pimiento (una M como una catedral diría) traerte la pelota, no necesita tu aprobación sólo que le des agua y comida. No es un animal gregario y se relaciona exclusivamente para satisfacer sus necesidades egoístas: Para procrear, pelear por un territorio, si acaso jugar o entretenerse y poco más. Su felicidad y sus necesidades son independientes de cualquier grupo o colectivo. Si le pegas una patada al gato (no lo hagas, por favor,) no se va a preguntar ¿Qué he hecho yo para que me dé una patada? Simplemente se apartará cuando te vea. Todo lo contrario a los perros: Un perro necesita sentirse aceptado en la manada. Si le tiras un palo, el perro te lo trae para agradarte y es feliz interactuando y relacionándose con la manada.

Llegados a este punto, descritas (…) las similitudes entre estas dos especies con la nuestra, podemos explicar la mayoría de movimientos culturales, ideologías y grupos

Perros y gatos son fáciles de contentar. Anhelamos su felicidad. No da pura envidia, pero ambos comportamiento y formas de ser tan opuestas entrañan importantes consecuencias: El gato es difícil de domesticar, no necesita del ser humano para vivir plenamente, se adapta rápidamente a nuevas situaciones porque dependen de él aceptarlas y actuar en consecuencia. El perro es fácilmente adiestrable, se le puede enseñar casi cualquier cosa porque NECESITA, ES SU DROGA, contentar al dueño (o al líder de la manada) para vivir plenamente, y podría llegar a morir de pena si perdiera a su amo.

Y no se puede coincidir siempre con el líder (…) si lo haces, eres felizmente más tonto que un perro.

Llegados a este punto, descritas en parte, y casi por sí solas, las similitudes entre estas dos especies con la nuestra, podemos explicar la mayoría de los movimientos culturales, las ideologías y grupos que contravienen a cualquier lógica básica.

En nuestras sociedades, los líderes y pseudo-líderes son los que plantean y argumentan los posibles escenarios y los más favorables para el grupo. Es lo que siempre nos ha hecho evolucionar y mejorar. Y no se puede coincidir siempre con el líder, (él es también, a veces, esclavo de las ideas, circunstancias y sentimientos del grupo al que pertenece) y si lo haces, si coincides, eres felizmente más tonto que un perro.

(…) actuando como gatos somos peligrosos (…) porque un grupo sólo sobrevive con normas (…) podemos acabar excluidos, encarcelados, desterrados o linchados.

Cuando creemos que hemos fallado, que no hemos actuado como se esperaba de nosotros, estamos sintiendo como animal gregario, como una parte de la masa. Entonces, jamás seremos felices más que agachando la cabeza frente al líder, al que canta las consignas. Cuando nos aceptamos, cuando vemos que sí, que hemos podido actuar mal, pero nos la trae al pairo, estamos actuando como gatos. Llegados a esta situación somos peligrosos para el grupo, porque un grupo sólo sobrevive con normas;  Y un peligro para nosotros mismos, porque podemos acabar excluidos, encarcelados, desterrados o linchados.

Tenemos muchos ejemplos del peligro del gregarismo, de actuar como un perro. También de todo lo contrario. Y a partir de aquí, si os parece, las debatiremos.

El misterio resuelto de la cámara nupcial

moro

Muchas veces, los misterios tienen explicaciones más sencillas de las que nos habíamos imaginado, como es el caso que les vamos a relatar. Se trata de una historia 100 % real que hemos novelado, o más bien inventado en muchos detalles para no hacer sangre o sorna de sus protagonistas. En concreto Verónica Miramond y Gustavo Encinas, que son los dos tristes sufridores de la siguiente “tragedia”…

Nos casamos en Burgos el 12 de abril de 1998. Verónica y yo habíamos decidido casarnos antes de que sus padres conocieran que estábamos a punto de concebir un hijo (debido a la excepcional fertilidad de la familia de mi esposa). Estábamos muy ilusionados.

A nuestra boda invitamos a nuestros amigos de la facultad de medicina, familiares y amigos de los pueblos. Como resultado, teníamos más de 200 invitados económicamente acomodados, que consiguieron que pagáramos fácilmente los honorarios del convite y nuestro viajes de bodas, además de varios regalos. Regalos entre los que, por motivos que próximamente comprenderán destacamos una cámara Nikkon último modelo y un bote de vaselina (que nos regalaron los amigos de la facultad para, según rezaba la leyenda, nos fuéramos a tomar por culo en el viaje de bodas con el dinero que nos habían dado).

Decidimos que, ya que estábamos en “estado” nos fuéramos a un país cercano, donde fuera más fácil cumplir con la abstemia. Túnez fue el lugar elegido.

El lunes 25 de mayo a la noche llegamos a la capital de la antigua Cartago.

Tras dejar el equipaje, dormir placidamente en un hotel de gran prestigio y un desayuno digno de un rey, nos dedicamos a disfrutar de las actividades que habíamos contratado en la agencia de viajes.

Tras desayunar, subimos a la habitación para lavarnos los dientes y nos subimos a un autobús con varios españoles que habían contratado el mismo paquete. Pero al subir al autobús nos dimos cuenta de un detalle importante: Gustavo ¿dónde te has dejado la cámara de fotos que nos regalaron tus tíos? Joder… Ya no da tiempo de ir a buscarla.

Un intenso día, sin apenas descanso, en el que visitamos la Medina, el Mercado central o el Jardín Habib Thameur, entre otros lugares.
Al llegar a la habitación percibimos que no habían recogido la habitación. ¡Qué leches!.. La han dejado peor que cuando nos fuimos…. Resulta que nos habían robado.

El dinero, las joyas, las prendas más caras, todo lo que valía dinero y lo que no lo valía había desaparecido, salvo un par de cosas: La cámara de fotos que habíamos echado de menos desde que se nos olvidara y los cepillos de dientes ¿Cómo era posible?

Tuvimos que sacar más dinero y comprar ropa pero al menos sólo habíamos perdido los recuerdos fotográficos de ese día.

Pasamos un tiempo muy agradable en el país, salvo por la citada anécdota.

Cuando llegamos a Burgos, volvimos a nuestra vida habitual. Todavía no existían las cámaras digitales por lo que tuvimos que enviar a revelar los carretes que habíamos utilizado. Al llegar a la tienda fotográfica el dependiente nos recibió con cara sonriente. Ya tenemos las fotografías de vuestro viaje de novio, nos dijo con un tono muy alegre.

Al ver las fotos, las había ordenado en orden inverso… Primero vimos las fotos del último día, hasta llegar al día del robo (ese en el que nos habían quitado todo salvo la cámara y los cepillos de dientes). Las últimas fotos correspondían a dos autóctonos, con sus barbas, sus camisolas largas y sus gorros típicos del país. En ellas se apreciaba claramente (esa era la intención) cómo los dos individuos se restregaban las cerdas del cepillo sobre los sobacos, sus partes más nobles y sobre los orificios de evacuación: los ojales vaya…

Misterio resuelto: No fue bondad, sino hijoputismo.

Historias reales del más allá

 

fantasma10

Cuando me contaron esta historia, todavía era muy escéptico en lo que a fenómenos paranormales se refiere. La persona que me la relató sabía esta cuestión, no ganaba nada en absoluto con su relato, salvo mis burlas. Todavía hoy, por extraordinario y por lo poco que conocía a sus protagonistas, no le otorgo toda mi credibilidad; Pero, como entre los poco probables existen posibles increíbles… la historia que nos cuenta Emilio comienza   así:

No hace demasiado tiempo, en Semana Santa de 2003, unos amigos y compañeros de profesión, decidimos coger una casa rural en Piedrasecha, provincia de León; y para descansar 3 días, alejados del estrés de las grabaciones. Realmente, no todos éramos compañeros en ese momento, pero nos conocíamos de nuestros inicios, en otra productora.

En cualquier caso y, fuera como fuese, casi siempre éramos los mismos: Edu, Manu, Luis, Antonio y, alguna vez, María José y Silvia: Una jaula de grillas locas que se veía y escuchaba llegar a leguas. Digo que siempre éramos los mismos, salvo una excepción. Javier, siempre arreglaba una excusa para no acompañarnos a ningún lugar donde hubiera que desplazarse. No era una persona introvertida, ni antipática, sino todo lo contrario. Era el alma de las fiestas, amable y divertido. Salíamos de copas, a cenar, etc. Pero, a la hora de dormir, no consentía quedarse en casa de nadie. Siempre bromeábamos con que respetaríamos su culo, ya que teníamos parejas formales…

Solíamos elegir unos días del año para irnos al Caribe o algún lugar con calor donde pudiéramos beber tanto como descansar. Solía ser entre agosto y septiembre, que era la época en la que la productora aprovechaba para despedirnos a modo de “vacaciones”. Pero ese año, varios amigos tuvieron que grabar un reálity de supervivencia. Así que elegimos estas fechas y el pueblo de Piedrasecha, en León, y cambiar de paso un poco de rutina y de paisaje.

Habíamos quedado a las 19:30 horas en el Restaurante Las Tablas. María José y Edu venían más tarde. (Los editores trabajaban al día siguiente y había que dejarles el minutado de las cintas…). Como en el otro coche iban cuatro tortolitos, los que recorríamos el trayecto desparejados decidimos ir en nuestro coche (de Edu, mi entonces pareja, y mío).

Adelanto los hechos, porque todo, hasta aquí, era correcto: Puntuales, depósito lleno, coches en buen estado, equipaje completo y revisado… Llegábamos al túnel de San Rafael cuando se encendió el piloto de la gasolina. Estaba comentando a mis compañeros que no tenía sentido cuando, de repente, nada más salir del túnel, una ráfaga de viento desplazó el coche lateralmente de una forma inexplicable. Mientras esto sucedía, Javier y yo (al menos yo, sé que sí) pudimos oír, perfectamente, unas palabras graves profundas que decían: “Javi, vente para casa”.

El coche traccionó, recuperó la trayectoria; y permanecimos en silencio durante, al menos, un minuto. Javier rompió el silencio -¡No vea ¿no? Pitxa!…

– Oye, mira, voy a parar en el próximo sitio que se pueda, porque estoy temblando. A unos kilómetros, quizá menos de uno, quizá 10, paramos los coches. Silvia, Manu, Antonio y Luis iban detrás en otro coche se pusieron a nuestro lado y abrieron las ventanillas. Manu, dijo, ¿Qué pasa, porqué paramos? ¿Acaso no habéis visto la piña que hemos estado a punto de pegarnos? Los ocupantes del otro coche se miraron entre ellos, con cara de incredulidad, y respondieron gestualmente y de palabra sucesivamente que no. ¿Estáis bien? Preguntó Silvia. Pues quedaros un rato y vamos tirando nosotros, que hay que encender el fuego, hacer la cena…

Y quedaros con las mejores habitaciones, pensé…

Mientras se nos pasaba un poco el susto tomando un café torrefacto, asqueroso por cierto, de gasolinera, pregunté a Javi lo que cualquiera preguntaría:
– ¿Qué coño ha sido eso Javi, (silencio…) tú lo has escuchado igual que yo, ¿no?
Javi – Pues, que se te ha ido un poco el coche ¿No?
– No, Javi, me refiero a la voz.
Javi – Habrá sido el sonido de las ruedas al derrapar…

Ni siquiera le había contado qué había oído.

Llegamos a eso de las 12. La carretera era sinuosa, oscura y estrecha en su último tramo, pero no hubo más incidentes…

Como era de imaginar, Silvia y Manu, Antonio y Luis, se habían auto adjudicado las dos mejores habitaciones. Realmente me dio igual, porque todas eran igual de espectaculares. Era una casa de campo de dos pisos de suelo de madera (pequeño ruidoso inconveniente, pensamos…), muros anchos y ventanas pequeñas. Tenía dos grandes chimenéas en cada planta, (que ya estaban encendidas) y moqueta de estilo y motivos marroquíes en el suelo de uno de los dos salones y en algún dormitorio…

Sigo avanzando la historia… Con la llegada de Edu y María José, la cena deliciosa que habíamos comprado en El Corte Inglés, los brindis, las copas, llegó el cansancio y el momento de irse a la cama.

No era tarde, porque después de madrugar, de trabajar y del viaje no quedaban muchas energías… En estas que llaman a la puerta de la habitación. -A ver ¿quién es?… ¿Quién es? Volví a repetir. Al no responder Eduardo se levantó de la cama, abrió y al no ver a nadie, dijo: -¡Oye! Ya está bien de bromitas que es tarde…

Dejamos la puerta abierta, por si el bromista aparecía, y así fue. Dormía profundamente y Eduardo comenzó a destaparme, o eso pensaba yo. Hacía frío y arrebatarme la manta era bastante difícil y peligroso; pero los constantes tirones, cada vez más violentos, me hicieron despertar muy enfadado, al tiempo que me daba cuenta de que era imposible que Eduardo estuviera tirando de la manta desde ese lado de la cama. Me levanté rápidamente .para ver si le podía soltar una leche al gracioso de turno, pero allí no había nadie. Vi una sombra desaparecer tras la puerta. Dudé en ir tras ella, pero al final me decidí.

Sin tan siquiera abrigarme, con un frío del demonio, estaba decidido a encontrar al simpático bromista. Aunque pensaba esperarme hasta las 8 de la mañana del día siguiente para ejecutar mi venganza; a partir de esa hora, me dije, aquí no duerme ni Dios. Vi algo de luz en el cuarto de baño y las sombras de alguien en movimiento proyectadas tras la puerta. Abrí la puerta, pero allí no había luz. Baje el interruptor y durante el eterno parpadeo del tubo fluorescente me pareció distinguir alguien escondido. Allí no había nadie.

Me disponía a apagar la luz, cuando comenzó a salir un denso humo blanco del desagüe. El vapor del agua caliente pensé. Pero no… Lo que a continuación vi es difícil de explicar, pero más difícil es contarlo sin que te tomen por loco. Los grifos antiguos comenzaron a girar por sí mismo. Las ruletas semejantes a pequeños timones, daban vueltas, los grifos echaban agua, paraban y volvían a girarse. Entonces eché a correr…

Mientras corría, María José, Silvia y Manu, Antonio y Luis, y después Javier salieron de sus respectivas habitaciones. _¿Qué cojones haces toda la noche?; ¡ya no tiene gracia!, etc. Estaban muy enfadados porque pensaban que era yo el que había estado gastando bromas toda la noche… Entre gritos y llantos (el mío) Javier intercedió: – Chicos, esto es culpa mía. Dejad que os cuente porqué nunca os acompaño en los viajes.

No hace falta decir que, esa misma mañana, fuimos todos a casita, aunque teníamos dos días más abonados por adelantado.

Cuenta Javier, que esto le sucede desde pequeño, que no siempre son bromas simpáticas, que nunca contó nada porque no siempre le sucede de forma continuada y porque tiene miedo a las burlas y a las posibles consecuencias.

He cambiado algunos nombres y algunos datos, otros me he tomado la licencia de inventarlos. Pero, en esencia, esta es la historia de Javier.

 

 

 

 

 

Mamá, no tengas miedo, pronto papá cuidará de mí.

Tirando del hilo de la verdad

Image

Mi padre se llamaba Artemio García, (por haber nacido el día 20 de octubre,) un hombre de campo que sólo sabía de refranes, del tiempo y de las cosechas. Eso, y un trozo de tierra, era todo lo necesario para vivir en una aldea de Jaén allá por el año 36. Un mal año, para ser varón y mayor de edad en España.

Entre el 17 y el 20 de julio del 1936 la noticia se extendía por toda España. Era lunes por la tarde,  creo que entre el día 19 y el 20 de julio de este año, cuando mi padre acudió al pueblo para vender lo que había recogido de la huerta. Un tumulto de aldeanos se agolpaba en el bar. Jaleo y peticiones de silencio, sonaban justo bajo el nivel del locutor de la Radio. La guerra había comenzado y las “tropas moras” del General Franco se…

View original post 666 more words

EN MEMORIA DE SHAKIRA, DE LOS ENFERMOS Y NO NATOS QUE PERDIERON LA VIDA EN ESTE ACTO INDIGNO Y VERGONZOSO PARA LA HUMANIDAD.

Entre sueños, escuchamos la llegada de vehículos junto al sonido sordo y cortado de las órdenes de un superior, que recordaba a la típica arenga del entrenador de un equìpo de baloncesto. El silencio, dio rienda suelta al descanso, olvidándonos, entre colchas y mantas, del frío invernal de ese duro año en Madrid. Al corto y dulce silencio le siguió el estruendo, el ruido de la uralita rompiéndose sobre nuestras cabezas, entre cristal y cartón piedra, luces, golpes y gritos. Eran más de doscientos agentes, conocidos como los Centauros.

Como en cualquier casa de vecinos, teníamos una puerta, teníamos teléfono, buzón y timbre, pero entraron sin avisar, sin llamar y por el techo. No sé si ustedes lo tienen claro, pero consideren el hecho de irrumpir por la fuerza en una casa decente, de noche, sin previo aviso y por el techo.

Cuando entre golpes, gritos, llantos y empujones nos sacaron de nuestras casas, las excavadoras estaban preparadas. Y, sin dejarnos coger absolutamente nada (libros del colegio de los niños, documentación, ropa…) arrasaron con el lugar. Había bebés, niños, ancianos y enfermos que quedaron en la calle y entre ruinas a menos de 0 grados y en plena madrugada. Ese día, los niños no pudieron asistir al colegio. Muchos sufrirán las consecuencias del estrés postraumático, el sentimiento de inseguridad profundo (que confiere la violación de algo sagrado, como es el domicilio de un indefenso), el odio hacia un colectivo que tendría que esta para protegerlos.

Ese mismo momento se produjeron varios abortos de mujeres que estaban en avanzado estado de gestación: “Ya tenéis bastantes“, dijo un hijo de la gran puta, o, “ya tendréis más“, no recuerdo con exactitud las palabras, pero sí su sentido.

Era descorazonador ver a esos niños inocentes, a los ancianos, enfermos, y a esos chicos con Síndrome de Down entre los escombros, viendo sus antiguas casas y sus pertenencias entre ladrillos y uralita. Montaron un cordón para que no pudiéramos acceder a ellas. Esa tarde llegaron los servicios de animales del ayuntamiento, los perros no podían vivir en esas condiciones higiénicas. Los perros no podían, pero sí podían vivir en esa situación niños, enfermos y ancianos.

Entre toda esta barbarie entre este sinsentido, enfermos, niños, ancianos, sobre todas estas situaciones nadie olvida a una niña de unos 8 años llamada Shakira. No olvidaré a esta niña, cómo tuvo que ver lo peor del ser humano en sus últimos momentos en este mundo injusto. Tenía un cáncer muy cercano al llamado “árbol de la vida”. En una prestigiosa clínica española le habían dado la última esperanza. Una esperanza cara, y más para una familia muy humilde, (pero grande, solidaria y, sobre todo, decente). Necesitaba asepsia, es decir, limpieza. Como hemos contado, esto último no cabía en los planes de Dios. Murió en el piso de su abuela, el que le habían concedido en última instancia y en el que habían permitido instalarse a parte de la familia, gracias al revuelo y a la insistencia de personas comprometidas con el significado profundo de la justicia.

Murió mucho tiempo antes de dejar su cuerpo, pero nunca dejó ni a su familia, ni el corazón de quienes conocieron su historia y su sonrisa, desdibujada y eterna. Quizá podemos señalar ese día, el primer día que tuvo que dormir en una furgoneta, después de haber sufrido una delicada operación, y ver cómo todo lo que conocía era despezadazo, violado…

No me queda duda de que muchos de los responsables de esta barbarie (políticos, constructores, policías, asociaciones, periodistas…) sufren hoy tremendas pesadillas. Probablemente no tan terribles como las que sufren David, Jonathan o José y que les despiertan cada noche. Una noche más que les ha costado dormir temiendo que uniformados de metro noventa entraran por el techo para sacarles de sus casas. Si alguno ha decidido dejar el cargo, la profesión o la vida, tampoco me extraña, yo no podría vivir con ello. Pero tengan toda la certeza de que quedan muchos hijos de puta que se han salido con la suya y que duermen a pierna suelta. Y sólo Dios dará a cada uno lo que se merece. Ojalá fuera en esta vida.

“A la persona que se ha encargado de llevar este caso a los medios de comunicación(más allá de sus fuerzas y de las capacidades de una persona) le ofrecieron un par de pisos, de los que se iban a construir en la zona a cambio de que se callara. Sé de buena mano que la principal asociación de nuestro país, la que debería apoyarnos, se lavó las manos. ¿Recibió algo a cambio? Yo lo tengo claro y con esto queda tod dicho”.

No era la primera vez que entraban en nuestro poblado, que bien podría haber sido definida o confundida, con cualquier urbanización humilde de las afueras de una ciudad (ANTES DE LOS DESALOJOS). Pero sí era la primera vez que llegaban sin previo aviso y de madrugada. Nadie hubiera imaginado la falta de humanidad en uno de los inviernos más gélidos de la capital de España.

Éramos los pocos que quedábamos de una gran familia asentada en este rincón a las afueras de Madrid, allá por los años 60 del siglo pasado.

Una zona segura, prácticamente libre de drogas y de delincuencia, gracias a la acción del patriarca y de las familias del clan, que eran, en su mayoría, trabajadores autónomos de diversas profesiones (transportistas, venta ambulante, chatarreros, etc.).

Fueron apretando a los que tenían títulos, ya que estaban en una zona “buena” de Madrid y por tanto se podía abusar hasta la indignación con los impuestos y el seguimiento (o más bien hostigamiento ilegal) constante. A los que no tenían títulos reconocidos y a pesar, como digo, de tener contratos, pago de impuesto al corriente, etc. (muchos sí estaban reconocidos de antaño, pero no tenían validez actual…) la presión fue mucho mayor, con órdenes de derribo incluidas. Algunas de las cuales llegaron a ejecutarse sin haber una sentencia firme. En ese momento éramos pocos más de 200 personas.

“Algunas de estas casas las había construido el Ayuntamiento de Madrid, pagábamos contribución, agua, luz… No éramos ilegales, mi delincuentes, ni marginales“… Mantuvieron el edificio de culto y gracias a la Iglesia Evangelista, nos habíamos mantenido en la zona.

Echad un oj a estos vídeos y si alguien quiere más datos (contactos, afectados, etc.) se los puedo facilitar:

http://www.youtube.com/watch?v=WwJIAyDkSeU

http://www.youtube.com/watch?v=-YQZNEvg7ik

Más pruebas de que… ¡NOS ESTÁN ENVENENANDO!

CONFIRMACIÓN: asociación entre cánceres cerebrales diagnosticados entre 2007 y 2009 y uso de teléfonos móviles e inalámbricos. Suecia. 2013 (resumen Dr. Arturo Ortega)

Asociación entre cánceres cerebrales diagnosticados entre 2007 y 2009 y uso de teléfonos móviles e inalámbrámbricos Para que en la comunidad científica pase algo de hipótesis a evidencia hace falta que a un primer estudio riguroso se le sumen otros –igualmente serios y de la mayor muestra poblacional posible– con conclusiones similares que confirmen los hallazgos iniciales. 
 
Echad un ojo al estudio que aparece en el link del blog MI ESTRELLA DE MAR: PINCHA AQUÍ 

Tirando del hilo de la verdad

Image

Estimados amigos:

Podéis seguir algunas de las noticias a las que he decidido dedicarle un espacio, en esta memoria colectiva en que se ha convertido Internet, en el blog Tirando del hilo de la verdad. No van firmados porque, en ningún caso, quiero que se me tache, como a muchos otros que han iniciado este camino, de visionario, de iluso o de estúpido. Este blog, perteneciente a un grupo de amigos de distintos ámbitos (como veréis la mayoría son totalmente de ciencias, salvo servidor, aunque a veces lo parezca) contiene, o eso pretende, las principales corrientes de pensamiento, teorías o de hechos probados que han tratado de ser vetados a la sociedad (mediante la ridiculización, falsas atribuciones, informaciones parciales, Etc.). Posiblemente, algunas teorías sean de lo más alocadas, increíbles e incongruentes  pero, con toda seguridad, muchos de sus post contengan más verdad que cualquier diario de información actual. http://tirandodelhilo.wordpress.com/

Un saludo a todos.

YO LOS VI

 

 

 

 

Image

Nunca creí en los fenómenos paranormales. Y aunque, como a cualquier persona, me asustan las películas de terror, jamás pensé que pudieran convertirse en realidad. Fue, pasados los años, cuando me di cuenta de lo ciega que había estado. Hasta este momento, no me he atrevido a contar esta experiencia, más que a mis amigos más cercanos y, siempre, pidiéndoles que guardaran el más absoluto secreto. No quiero dar explicaciones, ni ser señalada o tachada de lunática. Hasta ahora, pasados más de 10 años, no he sacado el coraje suficiente para plasmarlo en negro. Con toda seguridad, hace una década, no habría leído una sola línea de un relato semejante a este. En realidad, no quiero que nadie lea este escrito, que valoro más como una terapia personal.

He tenido que escribir, para luego borrar y después reescribir lo que acababa de borrar. Todo esto durante varias semanas en las que, sentimientos desconocidos, contradictorios y recuerdos perdidos en el olvido, afloran con cada letra. Finalmente he tenido las suficientes fuerzas para resumir en papel, tachado, arrugado y desguazado en varias hojas, que comienzo a trascribir.

Llevaba unos 3 años trabajando en Madrid para una conocida empresa europea de aviación y volvía a casa de mis padres, (en una de las maravillosas Islas Afortunadas, cuyo nombre no diré para no ofrecer más pistas sobre mi persona) a pasar 3 semanas de vacaciones, con el que en aquel momento era mi prometido: Miguel era el prototipo de un chico guapo, con el que tenía una especial compenetración. Creía tenerlo todo en la vida: El amor con un hombre ideal, éxito y reconocimiento profesional y personal, un nutrido grupo de amigos. Estaba equivocada, el tiempo me ha dado lo más importante.

Pasaban los días entre playa, paseos en barco y comidas con familiares y amigos, rematando la jorrnada con largas noches de fiesta. Así es la vida acomodada en las Islas Afortadas… Los últimos 3 días de vacaciones tenía que preparar mi vuelta al trabajo. La siguiente semana entregábamos un proyecto para la fabricación en Madrid del estabilizador de un nuevo modelo de aeronave europea y quería estar al día. Así que, el miércoles, decidimos pasar la tarde en casa para poder trabajar descansada y sin resaca el día siguiente.

Image

A media tarde, Miguel preparó unas pizzas precocinadas en el horno y nos sentamos en la palapa de la piscina a cenar tranquilamente. Sentado a nuestro lado, se encontraba Noé, un perro tremendo de raza rottweiler, que esperaba pacientemente, y relamiéndose, a que nos solidarizáramos con él y dejásemos caer algún trozo de comida. Habíamos guardado los bordes de las pizzas congeladas y no estábamos ni dejando las sobras en su plato (mis padres lo habían adiestrado para que sólo comiera de su plato, para evitar envenenamientos y siempre que íbamos a comer, él parecía cargando con su plato), cuando nos percatamos de que había desaparecido. ¡Era inaudito! Pesaba más de 45 kilos y fue muy difícil adiestrarlo debido a su voraz apetito. No tenía sentido…

En ese instante el tiempo es una ilusión. Es la forma que finalmente he decidido explicarlo con as palabras que tenemos. El tiempo lineal, como tal desapareció. Estábamos en el mismo lugar, fluían los pensamientos y aunque éramos capaces de comunicarnos, pienso que no eran palabras lo que compartíamos sino ideas puras… Miguel ¿Has notado mismo que yo?- Sí Clara, no te asustes, yo también lo noto… ¿Qué no me asuste? ¿Qué sucede? ¿Qué son esos zumbidos? Lo peor estaba por llegar.

Image

Comenzaron a llegar unos zumbidos fortísimos, debían oírse a kilómetros, justo en frente de donde habíamos estado sentados (no sé cómo nos encontrábamos, si sentados, de pié, flotando porque perdimos totalmente la noción. Al recordarlo, no sé en qué momento perdí la noción de la realidad. Los sonidos provenía de un lugar imposible, venía más allá de la montaña que teníamos enfrente, como si la atravesaran. Transcurridos unos minutos o segundos (quién sabe) aparecieron de entre los árboles cientos, y después miles, de luces de todos los colores. Por traducirlo de alguna manera, cada una de las luces tenía entidad propia, cada luz era diferente de las otras, y tenían volúmenes y texturas difusas. Cuando las luces comenzaron a rozarnos y pasar a través de nosotros, comenzamos a correr. Tampoco sé a dónde, ni durante cuanto tiempo corrimos, ni cuando acabó el suceso. Habíamos comenzado a cenar a las 8 y eran las 10 de la noche.

Image

Mis padres no estaban en casa y Noe no aparecía. No sabíamos con quién hablare, ni cómo explicarlo. Llamamos a la policía local, sin darles muchas explicaciones, para preguntar si algún vecino había visto algo extraño. Ni policía local, ni vecinos habían percibido nada raro. Después decidimos contárselo a la Guardia Civil, pero evidentemente no dimos nuestros nombres. Noé apareció al día siguiente.

Al poco tiempo, Miguel y yo rompimos. Perdimos totalmente el interés en nuestra relación de forma inexplicable. Actualmente, hemos creado nuestras propias familias por separado. Y al igual que yo, a pesar de haber transcurrido los años, según me cuenta (hemos hablado recientemente por el nacimiento de su tercer hijo) no quiere volver a hablar sobre lo sucedido… Posiblemente, algo de lo que pasó durante esa experiencia ha marcado para siempre nuestras vidas de forma insospechada… Quizá algún día me atreva y sepa explicar cómo.

P.D.: Los hechos relatados son totalmente reales pero seguro que algún graciosillo se preguntará qué tipo de champiñones llevaba la pizza. Como no sabéis quién soy, ni yo quién sois me da igual, (he cambiado los nombres,) pero si fueran los champiñones… os juro que jamás habría probado la pizza: Fue una experiencia desconcertante y desagradable. 

Un texto de “Clara” publicado por su amigo “JR” en el Blog tirando del hilo de la verdad.

Image